Pulso al Picudo
Hola, hoy es 7 de Noviembre. Ayer con 30,7º se me ocurrió
iniciar la poda de mis sufridas palmeras. Que no cunda el pánico que, seguro,
no va a ocurrir nada. Cansado de leer, por ahí, que las palmeras hay que
podarlas en un frio día de invierno y por la experiencia obtenida el pasado año,
he decidido plantarle cara, de forma decidida, al picudo. Es más, no voy a
fumigar los cortes de las palmas como hice el pasado año. Es simple, creo que
los picudos, en contra de lo que se dice por ahí, no se orientan hacia las
palmeras con ‘heridas’. Se orientan, de forma preferente, a las palmeras que ya
tienen picudos dentro.
Partiendo de la creencia de que mis palmeras no tienen ningún
picudo, y cuando digo ninguno incluyo a ‘la palmera de los picudos muertos’ que
comentaba en mi anterior post, he decidido iniciar un año ‘sabático’ con atención pero sin protección.
Nuevamente les pido tranquilidad y que no cunda el pánico. Quiero mucho
a mis palmeras y no voy a permitir que el picudo por muy largo y negro que tenga
el pico las ponga en peligro.
Las palmeras aguantan durante más de un año, sin ningún
problema, tener como huésped al picudo, incluida su prole.
El único sentido que tienen estas ‘ocurrencias’ es conocer mejor el comportamiento del picudo y
poder buscar y comentar, nuevas alternativas de tratamiento.
Por otro lado, mi jardín y yo, no somos nada sin picudos. Necesito picudos para mantener la
actividad y mejorar el conocimiento que, aunque no lo crean, me chifla. Cuando
encuentro picudos muertos bajo una palmera, me siento feliz a la vez que siento
no poder ver los picudos, que imagino, muertos en su interior.
Como decía, ayer podé las palmeras y ahora, después de pasarlas
por la ‘peluquería’ se ve todo más despejado y diferente. No sé si más bonito,
de momento raro. El césped va a tener más luz y espero que mejore.
Las palmeras hay que podarlas todos los años si queremos que
crezcan bien formadas. Si no lo hacemos, por el peso de sus palmas, podría
inclinarlas el viento. A mis palmeras, a dos de
ellas, por los años que no las podé por miedo al picudo, se inclinaron hacia el
sur, los vientos dominantes en esta zona proceden del norte.
Afortunadamente han recuperado su posición y ahora, sus palmas, apuntan al
cielo.
Hoy lo he dedicado a transportar las palmas al lugar ‘de
quema’ que no es, ni más ni menos, que una pequeña obra, en forma de ‘U’ de
bloques de hormigón de 1,50 m. de altura donde poder quemar, con seguridad, los
residuos de la poda de todos los arboles que viven en el jardín y en el huerto,
olivos, naranjos, higueras, albaricoques, perales, manzanos, membrillos, etc.
Y así, con este trajín, hasta otro día.