El picudo en
primavera
Hoy, ya en primavera, aunque solo sea para el almanaque, ha
amanecido frio, 8 grados a las 9 horas,
pero apacible y sereno. He decidido, después de esperar muchos días, fumigar
mis palmeras. En principio no era la fecha prevista para hacerlo, es
un poco pronto. La inmediata aparición de la nueva cosecha de
dátiles, que ya se vislumbra, ha
precipitado la fumigación.
En este tiempo, si pones un poco de atención, la Naturaleza
te sobrepasa. Hoy, el almuerzo, lo he
realizado en la terraza. He sido
premiado con el canto de un mirlo situado a escasos cinco metros. Ha sido un
espectáculo. El mirlo, conquistador él, para
conseguir, supongo, a la más bella de las mirlas, ha hecho un alarde de facultades liricas que me ha impresionado.
Que privilegio y, también, que responsabilidad, vivir, y sentirte integrado, en
la naturaleza.
A lo que iba.
Leo en los medios, que en Elche ya se encuentran
experimentando con el nuevo desarrollo de un hongo que, suponemos y aplaudimos,
va a terminar, definitivamente, con el picudo rojo de las palmeras. Ahora sí
que, ‘de verdad’, vamos a terminar con él. Desde mi humilde posición aplaudo
estos desarrollos que entiendo, son, ni más ni menos, que el resultado de la
sumatoria de deferentes disciplinas
tecnológicas en un marco creado entre la UMH y el Ayuntamiento de Elche.
A pesar de ello, como soy pragmático, mientras espero el
resultado, he decidido seguir con mi seguro procedimiento, la pimienta
de cayena.
Mi experiencia, dos años de moderador entre las ‘pataletas’
del picudo y mis palmeras, me han facilitado el entendimiento entre los dos. De
acuerdo con ello, creo que las palmeras que han ‘padecido’ la presencia del picudo, que lo han tenido
alojado en su seno, una vez tratada y muerto, queda inmunizada de ‘por vida’. Ningún picudo las
volverá a habitar. Es muy fuerte, lo sé, pero
lo creo, después de observar el comportamiento del picudo en palmeras que
fueron atacadas.
Y así, con este trajín, hasta otro día.
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