Hola, hoy es
20 de octubre y lloviendo. Hoy quería escribir sobre el ‘pulso’ que le voy a
echar al picudo.
El día 21
de abril publiqué un post del que copio el siguiente párrafo. ’’En este momento
estoy realizando el siguiente experimento. He cortado veinte palmas a una
palmera, a pesar de saber que no es el tiempo más apropiado, y la he fumigado
con cayena. Quiero comprobar si esta fumigación sirve para que el picudo no las
detecte o descubra. Esta es una más de las muchas que he realizado. Es verdad
que no me preocupa, especialmente, en este momento, que pudiera entrar alguno
en la palmera’’.
El
resultado de este experimento es que la palmera no ha sido atacada por picudos
y se encuentra sana.
Animado
por este resultado podé, días atrás, nueve palmeras, que por
miedo al picudo, estaban sin podar durante tres años. A cada una le he cortado, de media, 25
palmas.
En unos
días, cuando el tiempo ‘escampe’, deje de llover y el sol se haga nuevamente
dueño de la situación voy a fumigar los cortes de las palmas que he podado. Se
trata de echarle un nuevo pulso al picudo, pero esta vez, con más posibilidades
de que entre en alguna por el mayor numero de cortes existente.
Hasta que
los cortes se sequen y endurezcan tendré
que vigilar diariamente para detectar cualquier anormalidad. Tampoco sería un
problema si algún picudo ‘se colara’ en alguna palmera si realizo, como voy a
realizar, tratamientos periódicos incluido el invierno.
En
invierno, en contra de lo que pueda pensar, es la mejor época para ‘cargarnos’
al puñetero picudo, cuando se encuentran todos, en cualquier fase de su
desarrollo, dentro de la palmera y además, durante más tiempo. Nosotros también
disponemos de más tiempo para ‘macearlo’ más veces.
Con la
llegada del buen tiempo se distribuyen de forma paulatina, pero sin cesar, en
busca de nuevas palmeras. En esos días, hasta ahora, todo el mundo se dedica a
fumigar y desde luego no con muy buen resultado. Los picudos, aunque mueran
muchos, siempre nos ganan, hasta ahora.
Por esto les
animo a que, durante este invierno, demos la gran batalla al picudo manteniendo
permanentemente protegidas, mediante inyectables, a las palmeras.
Terminemos
con el picudo. Si queremos, podemos.
Y así,
con este trajín, hasta otro día.
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