domingo, 22 de abril de 2012

Podemos poner fín, por fín, al picudo?







La respuesta es  sí.

Como vengo comentando durante varios post, los resultados obtenidos en mis palmeras con la utilización de cayena, son espectaculares.  He inyectado pimienta de cayena con agua osmotizada a una palmera y ha cambiado radicalmente el aspecto  del tronco, antes húmedo, ahora seco. Este cambio entiendo que se ha producido por la muerte de los picudos que pudiera tener. Han dejado de destruir el tronco.
En este momento estoy realizando el siguiente experimento. He cortado veinte palmas a una palmera, a pesar de saber que no es el tiempo mas apropiado, y la he fumigado con cayena. Quiero comprobar si esta fumigación sirve para que el picudo no las detecte o descubra. Esta es una más de las muchas que he realizado. Es verdad que no me preocupa, especialmente, en este momento, que pudiera entrar alguno en la palmera.

Creo que ahora, en este tiempo, en primavera y con los picudos dentro de los troncos de las palmeras, si inyectáramos a todas las palmeras, sin dejar ni una, 500 cc., de agua con cayena en su tronco habríamos puesto fin, por fin, al picudo.

Así es como actúa la policía, nada tiene más lógica, espera que los cacos estén dentro de su vivienda para detenerlos a todos de una vez. Porqué nosotros no hacemos lo mismo, en vez de hacer, lo que hacemos…., mariposear? Los dejamos que escapen para después fumigar con ‘potingues’ y otros  inventos que nos quieren colocar.

El tratamiento no puede ser más natural y ecológico y, además, no es especialmente importante la dosis de cayena que pongamos a esta solución a la que a partir de ahora voy a llamar ‘salsa de cayena’, ScayenaS o Schycahxyanet, para internacionalizarlo.

Pensando en la palmera, creo que, cuando reciba una dosis de salsa de cayena, por muy picante que resulte para nosotros, ella sentirá, si es que siente, lo mismo que sentimos los humanos cuando tomamos una manzanilla sin azúcar.

Su aplicación no puede ser más sencilla e inofensiva para el medio ambiente y las personas. No se  pulveriza, para qué.

Para particulares con una o varias palmeras, es fácil hacer un taladro en el tronco y mediante un pequeño tubo flexible conectar el liquido contenido en un frasco, o cualquier otro recipiente, al centro de la palmera. Tampoco es importante,  después del tratamiento, mantener cerrado el conducto que haya  abierto. Donde hay salsa de cayena no puede haber patógenos, son incompatibles. Cuando se produzca una herida póngase pimienta de cayena y olvide que se puede infectar.

Para su aplicación de forma masiva, imagine a un operario con el siguiente  equipo. Una maquina de taladrar, a batería. Una máquina de fumigar, de mochila, llena de salsa de cayena, a la que hemos sustituido el pulverizador por una punta, tan sencilla, como un fino  tubo de 15 cm para introducir en el troco. A continuación dará uno o varios ‘embolados’ a la máquina y… a la siguiente palmera.

Hay que inyectar salsa de cayena a todos los troncos, (existen palmeras con varios trancos, de ahí la aclaración) de todas las palmeras sin mirar o pensar,  si estará o no contaminadas. No hay otra forma de estar seguros de acabar de una vez con el picudo rojo. A los 45 días hay que volver a repetir el tratamiento para estar seguros que la palmera sigue estando protegida durante todo el ciclo vital del picudo, que en este tiempo, invierno, primavera, es más lento.

Naturalmente, este tratamiento no se puede realizar con éxito, si no disponemos  un censo de las palmeras existentes, su situación  geográfica y el control  de los tratamientos a la que ha sido  sometida. Cada palmera tiene que tener un ‘carnet de identidad’.

Como recomienda la UE y nuestras Autoridades es importante, muy importante, concienciar a la sociedad y propietarios de palmeras para que cumplan, al pie de la letra, lo que se les indique.

Y así, con este trajín, hasta otro día.