miércoles, 14 de marzo de 2012

El picudo rojo y yo.


                                                     
Hoy lo he dedicado a vigilar si ha habido ‘avances’ en el desarrollo del picudo rojo en las palmeras de mi jardín. He encontrado que una de ellas se encuentra infectada. No es fácil conocer si hay infección hasta que ésta se encuentra en un estado muy avanzado. En este caso se aprecia ‘humedad’ y negritud la parte baja del tronco.

Como anunciaba en mi anterior blog, hoy le he administrado, mediante perforación en el tronco, 250 centilitros de agua con una solución de pimienta de cayena (una cucharada) disuelta en ella.

La experiencia y el éxito conseguido el verano pasado al fumigarlas con esta misma fórmula me ha llevado a pensar que, a pesar de ser una solución picante para nosotros, para la palmera, al no tener terminaciones nerviosas, no será perjudicial. Además, la cayena es un producto vegetal, no es pimienta, y ecológico.

Frente a la posibilidad de perder la palmera con este tratamiento se encuentra la esperanza de encontrar la solución para la vida de las restantes. No podemos permitir que un estúpido escarabajo, por muy rojo que sea, aniquile unos árboles de los más exóticos y bonitos que existen y que han estado presentes en todos los acontecimientos de este mundo desde el principio de los tiempos.

Las palmeras, los olivos y la higuera, a pesar de la rusticidad de esta última, son, para mí, maravillas del reino vegetal, y como tal les tengo un especial cariño y admiración. Hasta tal punto esto es así que son los únicos que existen en mi jardín.

Y así, con este trajín, hasta otro día.

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